El deporte como agente de prevención
- Melina Gancedo
- 9 ene 2021
- 3 Min. de lectura
Para abordar al deporte como uno de los agentes que pueden oficiar de factores preventores en el
campo de las adicciones, primero debemos conceptualizar qué entendemos por prevención. La prevención es definida como el conjunto de acciones, estrategias y recursos utilizados para evitar o reducir el desarrollo de una situación o problema y sus consecuencias.
Existen tres tipos de prevención según el momento en el cual se implemente. La prevención primaria refiere a evitar un problema de forma anticipada. En el caso de las adicciones nos referimos a acciones tendientes a la toma de conciencia de los aspectos negativos que tiene una adicción y de los aspectos positivos que implica no adentrarse en ninguna de ellas. En lo que atañe a un tipo particular de adicción, el consumo de sustancias, en este tipo de prevención no existe el consumo problemático.

El deporte ocupa un rol fundamental en este tipo de prevención, ya que no solo implica realizar actividad física, para mejorar y conservar el estado de salud, sino que también permite desarrollar otras habilidades que fomentan la autodisciplina, los hábitos saludables, el lazo social.
Por ejemplo, el deporte puede mejorar el manejo de la tolerancia a la frustración, desarrollar la capacidad de espera y el sentido de la responsabilidad, la autoconfianza, dedicación y esfuerzo, a la vez que se disfruta, produciendo un alto monto de disfrute y gratificación. En los casos donde se realiza la actividad deportiva mediante el encuentro con otros, puede aportar al desarrollo de habilidades sociales, al compañerismo, al trabajo en equipo, crear sentido de pertenencia a un grupo de pares (que se encuentran unidos por un mismo deporte, equipo, club, etc)

Si por ejemplo pensamos que el consumo de sustancias, específicamente las bebidas alcohólicas, y la vida deportiva no van de la mano se establecerá conciencia sobre el consumo y se evitarán los consumos excesivos de alcohol. Y así con las diferentes sustancias, priorizando el desempeño físico y deportivo, por encima de un consumo, sea recreativo o excesivo. En este caso, el consumo no representa un mayor interés, no hay consumo de sustancias, por eso estamos hablando de la prevención primaria, cuya definición se adecúa con la definición de prevención que parte del imaginario social, es decir prevenir equivale a evitar un problema.
Pero como existen casos en los que ese tipo de prevención no se puede implementar, porque ya existe un consumo incorporado y hasta se puede ver dentro del entorno deportivo o en lugares asociados. No es extraño observar en parques, plazas e incluso canchas y clubes que la bebida alcohólica, entre otras sustancias, acompaña el antes, durante y después de, por ejemplo un picadito (forma de denominar a un partido informal de fútbol).
Es en estos casos donde se debe hablar de la prevención secundaria, es decir, frente a un problema identificado realizar acciones y estrategias para reducirlo o eliminarlo, según el caso y las posibilidades de la persona en cuestión. Para ello es necesario el diagnóstico y la detección tempranos. En este punto es importante indagar y motivar a la reflexión respecto a ese consumo, pudiendo discernir entre por un lado un uso simple que no represente dificultades para la persona y, por otro lado, un abuso o dependencia. En esta instancia, un punto a desarrollar es el análisis de los aspectos positivos que presenta el evitar o reducir el consumo y los aspectos negativos de continuarlo de forma problemática.
Por último, la prevención terciaria se efectuará en casos más avanzados, donde el consumo está instalado y sus consecuencias negativas también. La idea en este punto es poder aplicar estrategias para detener o reducir el problema y sus efectos.

En ambos modos de prevención el deporte vuelve a tomar su rol protagonista. Cuanto mayor sea la energía dedicada al deporte, menos frecuente será el consumo de sustancias, para ello tanto instituciones, el entorno más cercano o profesionales consultados deberán apuntar a construir o reconstruir el interés y la motivación para la realización de una actividad deportiva; fomentar las características desarrolladas en el primer punto, acompañar en la toma de conciencia de los daños potenciales o ya padecidos, visibilizar al deporte como agente de contención, socialización, desarrollo de habilidades, mejora de autoestima.
Será importante indagar posibles determinantes que se asocien al consumo. Por ejemplo, si el consumo se ha producido y sostenido en búsqueda de emociones y adrenalina, aventura y sensaciones, podemos enfatizar el hecho de que el deporte puede aportar eso y mucho más, por lo cual las actividades deportivas se constituyen en un factor importante que contribuye a la concientización del cuidado de la salud, del cuerpo y del bienestar en general, haciendo prevención.
Melina Gancedo
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