5 motivos para pedir ayuda cuando se tiene una adicción
- Melina Gancedo
- 28 abr 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 27 sept 2021
Una persona con problemas de adicción, en las primeras etapas de la misma, no puede verla como tal, y por lo tanto no se da cuenta de la necesidad de pedir orientación, contención y ayuda. Puede sentir frustración, impotencia, confusión, desesperación pero aún así no hay pedido de ayuda o intención de cambio ya que no hay conciencia del problema ni percepción de los riesgos que éste puede acarrear.
Una vez que la persona adicta logra visibilizar y reconocer la existencia de un problema, y acepta que necesita ayuda, es muy importante iniciar y transitar un complejo camino de recuperación para dejar esa conducta perjudicial, entre otras cosas…
1- Dejar de consumir es el inicio
Al dejar de consumir se empiezan a transitar las diferentes situaciones de la vida cotidiana de una manera nueva, distinta y con elaboración o reactivación de recursos propios y sin requerir del consumo de sustancias. Es indispensable implicarse verdaderamente en un tratamiento especializado, el cual arranca con el dejar de consumir (etapa de desintoxicación y deshabituación) y continúa con la construcción de hábitos de vida saludables, elaboración de proyectos de crecimiento personal, mejora en los modos de vincularse con los otros, nuevas maneras de resolver conflictos intra e interpersonales.
2- Se identifican factores de protección
En un tratamiento especializado en adicciones, se trabaja sobre el fortalecimiento de potencialidades y capacidades. Por ejemplo, tendrá importancia observar y potenciar si la persona cuenta con capacidad de toma de decisiones, de control de emociones e impulsos, de autoobservacion, (conocerse más y mejor). Además, un buen concepto de sí mismo, presencia de redes de contención que acompañen a esta persona y motivación para estudio y/o trabajo, constituyen otros valiosos factores de protección.
De esta manera, la persona intenta ir construyendo con la terapia un saber sobre su malestar y con esta herramienta poder limitar las conductas compulsivas, repetitivas y comprender qué posibles significados y funciones tiene su adicción.
En términos generales el principal factor de protección está dentro de la persona y reside en la toma de conciencia de su problema y consecuente predisposición a generar cambios y a mejorar su calidad de vida.
3- Se visibilizan factores de riesgo
Es importante identificar cuáles son los factores de riesgo y vulnerabilidades singulares. Se indaga sobre aspectos personales y sociales, ubicando al consumo dentro de la historia tanto individual como familiar. Así, en contraposición a los factores de protección, la falta de apoyo y contención por parte de familia, amigos e instituciones, la ausencia de motivación, la anhedonia y la abulia, y en especial, la falta de conciencia del problema de salud constituyen fuertes factores de riesgo.
4- Se producen cambios
Se experimentan modificaciones en el hacer, pensar y sentir, por lo cual se pueden llegar a vivenciar ciertas crisis en tanto que esos cambios producen contradicciones o sensación de extrañeza a la hora de implementar recursos propios que son nuevos y muy distintos a los puestos en marcha en tiempos de consumo. Por lo tanto, estos momentos críticos, pueden ser considerados como propios e inherentes a esta etapa y hasta esperables y necesarios.
Probablemente antes de un tratamiento era común evadir o calmar angustia, enojo, tristeza, soledad, miedos, vergüenza, impotencia, (entre otros sentimientos, emociones y problemas de la vida diaria) con consumo de sustancia, vivenciando a éste como una salida, refugio o sostén para evadir u olvidar una situación insoportable.
5- Se construyen nuevos recursos
Durante un tratamiento, frente a sensaciones dolorosas o conflictos, se construyen e implementan nuevos recursos, los cuales se espera que sigan desarrollándose y fortaleciéndose en el después del tratamiento. Un ejemplo es la resolución de conflictos a través de la palabra, quizás algo impensado en situación de consumo, donde el acto (por lo general violento, hacia terceros y/o hacia sí mismo) reemplazaba a la palabra.
Otros ejemplos son: incorporar hábitos de cuidados de la salud y el cuerpo, como una alimentación saludable y realizar actividad física, promover espacios de escucha y dialogo familiar, poner en palabras lo que antes se callaba y enfermaba, emprender, capacitarse y buscar un crecimiento personal con prácticas de autocuidado.
Lic. Melina Gancedo
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